jueves, 8 de enero de 2009

La comerciante

Revisaba mis archivos..

Me sorprendió este seudo-cuento que es casi autobiográfico- no es mi vida por si acaso ¬¬, pero narra la historia de alguien muy cercano a mí..

La primera persona es una comerciante de ropa al por menor...xq justamente ella?.. era un cuento que hice para un taller de narrativa q lleve en la pucp.. cosas raras ^^

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Soy una comerciante, vendo ropa en el mercado de mi barrio. Yo misma la hago. Vestiditos para niñas coquetas y pantalones para niños “machos”. En la mañana, como a las 9 o 10, salgo a venderlos. Vendo poco, me compran mamás, hermanas, tías. La señora también.
La señora tiene una hija de tres años. Una niña coqueta, una niña risueña, feliz. Yo no fui feliz. La niña me llama “Uchita”, todavía no sabes pronunciar la “l”, y se esconde detrás de su madre. Su mamá le dice que me salude y ella se esconde más entre las piernas de su madre y solo se ven sus brazos abrazándole las rodillas.
Su peinado es una raya chueca estirada por dos colitas amarradas con un colet rojo y otro verde. La niña lleva puesto el vestido que su mamá me compró ayer. El vestido lo hice en mi casa. Me acuerdo que mi maquina se malogro cuando cosía el cuello. A mano lo tuve que hacer.
La señora esta pintada. Se ve muy bonita. Su polo es chiquito y su falda también. Cuando era joven tenía ese cuerpo. Hoy parece que está feliz. Ayer estaba triste. Vino a mi puesto y parecía que había llorado. Yo conozco a su mamá. Una trabajadora social de la parroquia de mi barrio. Quiero mucho a su hija. Pero, no entiendo porque está triste. Ella es joven, bonita y muy inteligente. Cuanto hubiera deseado tener una hija así. Pero, no tengo hijos. Su mamá me contó que había salido embarazada antes de terminar su carrera en la universidad. Pobrecita ella, tan joven, tan bonita. El chico es un vago que he visto algunas veces. Un vago alto, flaco y narizón. Claro que tiene lo suyo, es blanco y medio gringo, se puede salvar.
La niña es un como un ángel. Sonríe todo el tiempo. A veces le canto, porque me gusta cantar, y ella baila mientras los demás aplauden. Yo le he dicho a su mamá que la cuide mucho, que nunca le deje sola, que le dé amor. Cuando veo a su mamá llorando, yo cargo a la niña. Le digo a su mamá que ella no debe sentir el dolor, que luego se le queda y no es feliz. La familia de la señora es siempre buena conmigo. Una vez fui a su casa a comer. Me trataron tan amablemente que no quería irme. Cuando la señora aún vivía con su mamá me invitaron al cumpleaños del papá. Su familia no tomaba cerveza. Su familia solo conversaba y comía el arroz con pollo que la mamá de la señora había preparado. Yo no hablaba, pero pensaba en cuanto hubiera dado yo por tener una familia cerca, que gritara, que se peleara. Cuanto hubiera dado yo por tener una hija embarazada que me diera una nieta tan risueña y bonita como la de la señora. Cuanto hubiera dado por tener una hija que se casara con el borracho de la esquina. ¡Qué importa!
La mamá de la señora me contó que el papá no le perdonaba aún su error. Si yo hubiera tenido una hija le hubiera dado mi casa, mi comida, todo. Pero hubiera podido preocuparme por alguien. Mi hermana murió hace un año. Me siento sola.
Este es mi testimonio y a esa señora es a la que admiro, porque es bonita, tierna, porque tiene una hija risueña que tiene puesto el vestido que yo hice, porque tiene un esposo narizón y blanquinoso, porque aunque llora delante de mi puesto en el mercado nunca deja de verse bonita para los hombres. Yo nunca me casé.
¿Cómo llegue aquí? La mamá de la señora me invitó al grupo de oración de la parroquia de mi barrio. Me están enseñando a leer la Biblia. Yo sé leer y escribir. Terminé la secundaría. Pero, me hablan de Dios. No lo entiendo aún, es muy complicado eso de encontrar la gracia de Dios. Pero tengo fe.